Reformar y fortalecer la justicia se torna recurrente cada cierto tiempo. En cada legislatura y durante las campañas, cada cuatro años, los candidatos retoman el caso, ya sea a favor o en contra del cambio. En foros, universidades y academias, se suelen tratar esos asuntos, con frecuencia por fuera de las presiones inmediatistas electorales. Los temas en varias ocasiones son abordados con altura, pero en otros, no se profundiza en el asunto.
Por estos días, en los que se conmemora el bicentenario de la creación de Colombia por el Libertador Simón Bolívar, cobra interés su iniciativa de entonces de apoyar una Corte Suprema de Justicia fortalecida y prestigiosa que resolviera los grandes problemas que debía afrontar la naciente República. Al igual que su aval a un Consejo de Estado para los asuntos administrativos; un Legislativo poderoso y un Ejecutivo fuerte. El estadista había ensayado sobre la marcha, cuando ostentaba el poder absoluto en medio de la guerra, diversas instituciones que se ocuparan de los problemas legales y de los delitos para evitar en la transición a la República, la anarquía y la denegación de justicia.
En las reformas constitucionales que se hicieron a partir de 1830, cuando dejó de existir la Gran Colombia y el Libertador Simón Bolívar, los gobernantes del país se distancian del pensamiento bolivariano que defendía el centralismo, lo mismo que apoyan el caciquismo regionalista, hasta derivar en lo que se conoció como el levantamiento de los supremos en la guerra que acaudilla, desde Pasto, el antiguo jefe realista José María Obando, cuando era investigado por el crimen del Mariscal Sucre, en Berruecos. Obando se había pasado al bando independentista después de la Batalla de Boyacá, al ser derrotados los realistas que conservaban un gran poder en Pasto.
El general Herrán, uno de los vencedores de la guerra del 40 contra los supremos, incita el cambio constitucional a los legisladores que desde el Congreso de la República se ocuparon de debatir y aprobar la Constitución de 1843. Entre ellos se destaca Rafael Mosquera, personaje conservador, quién no quiso ser candidato presidencial y que se carteaba con don Andrés Bello, por lo que seguía con suma atención las ideas del eminente jurista que fortalecieron la autoridad y la legalidad en Chile, al tiempo que volvían en lo posible al modelo bolivariano y fortalecieron la Corte Suprema de Justicia, junto con el poder Ejecutivo. Esas reformas conservadoras por organizar mejor la República trajeron los primeros 10 años de paz en el país. Tienen la importancia de haber sido acordadas con sentido práctico para solucionar nuestros problemas sobre la marcha. Incluso se trataron temas candentes como la esclavitud, que fueron apoyados por algunos conservadores y criticadas, nada menos, que por Jorge Eusebio Caro.
Para los expertos en historia de las ideas políticas, la Constitución de 1843 de corte Bolivariano, se enlaza con el modelo de Estado que el gran hombre buscaba para Colombia la Grande. Por lo mismo ese modelo de Estado de corte conservador y con apoyo de sectores prestantes del liberalismo, partidarios del orden, se constituye en un verdadero tesoro para el estadista Rafael Núñez, cuando después de haber militado en el liberalismo y defendido sus ideas, evoluciona al pensamiento Bolivariano de orden, hasta avanzar a la Constitución de 1886, en la que se sitúan, incluso, más a la derecha de los conservadores y directamente bajo el influjo del pensamiento nacional-conservador del Libertador Simón Bolívar.
En la Carta de 1991 los constituyentes copian al calco principios de la Constitución de España y la de Alemania, las que se forjaron para países en donde impera el sistema parlamentario, como la creación de un Corte Constitucional. En un régimen presidencialista, una Corte Constitucional que legisla es altamente inconveniente, como se ve por los frecuentes casos en la que la misma entra a legislar.
Una Corte Suprema de tinte Bolivariano bien puede tener un su seno a los mejores constitucionalistas que le sirvan a la nación y la justicia. Es posible que para hacer una reforma de esa naturaleza sea preciso revocar el Congreso, lo mismo que se puede hacer una mini constituyente que se ocupe en exclusiva de ese tema con los mejores juristas y políticos del país.
Se trata de fortalecer el modelo de Estado conservador, en el mejor sentido de la palabra, dado que desde Bolívar y sus seguidores conservadores de 1843 y 1886, el conservatismo acepta los principios esenciales de la democracia, como la separación de poderes, la defensa de la libertad y, entre otros, el Estado de Derecho. Fuera del tema religioso, es el talante, como diría Álvaro Gómez, lo que separa en el siglo XIX a liberales y conservadores.