Lo que se trata de implantar hoy de manera oficial en Colombia es considerar el gobierno como un botín, lo que le permite hace al mandatario de turno lo que le venga en gana. El presupuesto oficial se pude gastar a manos llenas y se multiplican los viajes de los funcionarios oficiales y los gastos. Si le parece, pues a soltar los delincuentes, beneficiar a los violentos que colaboren con sus iniciativas, rebajar penas, lo que sería loable en algunos casos, que deben ser cuidadosamente estudiados.
Como reprocha el exministro Jaime Arias, en vez de construir sobre lo construido, hacerlo sobre las ruinas de lo que destruyen. Con esa “filosofía” en poco tiempo las instituciones que se toman por asalta podrían ser destruidas y los ahorros de los colombianos, feriados. Las finanzas públicas colapsarían, perderíamos el crédito y se repetiría la película de los países que en nuestra región siguen los viejos modelos socialistas fracasados.
Para avanzar en esa política de rapiña, tenemos una alianza gobiernista en la que figuran partidos como el conservador y liberal. Como se ve, se trata del régimen cuyos tentáculos se van haciendo visibles y con cierto grado de ostentación y desvergüenza. Esos matrimonios morganáticos en política son desastrosos y desprestigian a los que olvidan sus ideas por compartir el botín, así lo que esté ocurriendo vaya contra la doctrina y principios que dicen profesar. Parece no importarles que en el vecindario la izquierda al llegar al poder le da comer a los politiqueros en la mano, para después cuando no necesita ni sus votos ni apoyo, hacerlos a un lado y perseguirlos.
Ahora se pretende destruir el actual modelo de salud, que ha dado pruebas de su eficacia, en especial en tiempos de la pandemia, cuando fueron atendidas de emergencia más de 240.000 personas y salvados millones de seres del contagio. Por supuesto, no es perfecto ya que la garra sucia de la corrupción ha logrado infiltrarse y apoderarse de los recursos mediante diversos métodos que en algunos casos han quedado impunes y en otros el castigo ha sido severo. Más, en general, en el entorno de la salud nos encontramos con excelentes médicos, especialistas, enfermeras y gentes que procuran el bienestar de los enfermos. Fuera de la alta calidad de algunos de nuestros médicos, cirujanos y especialistas, tan competentes como los mejores de Estados Unidos o Europa.
Se alega, que en las regiones apartadas y donde predomina la violencia y la criminalidad, no tiene la población el cubrimiento en salud que necesitan, por lo que se deberían construir allí grandes centros asistenciales que costarían millones y en algunos casos carecen hasta de vías para movilizarse. Por lo que podrían convertirse en otros elefantes blancos. En esos casos se deben buscar salidas más efectivas, dado que por ahora en más de medio país sigue la ausencia del Estado y la violencia, por lo que eso de la paz total es apenas un rumor.
En Brasil, que es un país gigantesco, en las zonas periféricas donde los indígenas estaban aislados, se efectuaban programas de asistencia para llevar a los enfermos más graves en ambulancias militares a los hospitales. Al tiempo que expediciones con especialistas cruzaban las zonas más aisladas. Algo que alguna vez en Colombia el general Álvaro Valencia Tovar denominó plan cívico militar. Esencial para conseguir la paz, que no se da feriando la soberanía, ni transando la ley. Los pianistas no intentar mover el piano para acercarlo, sino que empujan suavemente la silla.
Quienes participaron en el movimiento por cambiar la Constitución del 86, pretendían desinfectar la política y deshipotecarla de los gamonales de turno. Allí estuvieron los del M 19, lo mismo que Álvaro Gómez, que obtuvo la segunda votación. Yo defendí, entonces, la Carta del 86, en artículo que salió en la página editorial de El Tiempo. En una reunión, Álvaro Gómez y Raimundo Emiliani me dijeron: “estamos de acuerdo con tu escrito y con las bondades de la Carta del 86, más eso ya está acordado y si no vamos a esa asamblea, allí nos hacen la revolución”. Por supuesto, tenían razón. Por el ministerio de Salud, varios consulados y canonjías, el M-19, inhabilitó a los dignatarios de la Asamblea para ser candidatos y Álvaro Gómez, que debía seguir a la presidencia, se ausenta del país.
Para colmo, el señor presidente Gustavo Petro, en su improvisada propuesta de salud, entregaría fondos a los alcaldes y a los mismos elementos que en el pasado han saqueado las ayudas estatales a los niños y que se regodean en la corrupción.