En medio de la guerra comercial que se ha desatado en el mundo, los economistas más influyentes y reconocidos, incluso algunos con el Premio Nobel, suelen especular sobre los resultados de la economía de los Estados Unidos bajo el gobierno de Mr. Donald Trump. En principio, antes de que llegara al poder, pronosticaron que de improviso ni podría gobernar y que esa potencia podía caer en picada, en especial en el campo de la economía, bajo su gestión. Otros quisieron que se pusiese el cinturón de castidad del libre comercio y siguiera a raja tabla las fórmulas del neoliberalismo salvaje. Se olvidan éstos que tanto Estados Unidos, como el Reino Unido, suelen tener sus propias políticas según conveniencia.
En el siglo XIX, ambas naciones practicaron el proteccionismo para desarrollar la industria, hasta lograr el predominio industrial; cuando su fuerza en el mercado era casi que irresistible, con dominio de los mares por donde transitaban los bienes que exportaban y los preciados minerales y materias primas que compraban, se mostraron a favor delibre cambio. Así que los países sin tecnología, como el caso de Colombia, que se lanzaron al libre cambio empujados por el presidente Tomás Cipriano de Mosquera y su secretario de economía Florentino Gonzales, que pensaban que la fórmula del libre cambio redimiría al país y lo sacaría del atraso, provocando una gran bonanza económica, se equivocaron y unidos a los radicales, terminaron por arruinar a los artesanos y las pequeñas empresas industriales nacionales.
En los Estados Unidos del Siglo XXI se lucha por el predomino mundial contra un sistema de aparente libertad económica, pero en el cual la Unión Europea se conformó para cerrar en parte su economía a los Estados Unidos. Como en los Estados Unidos se seguía hablando en el lenguaje de tiempos de la guerra fría, varios presidentes de la esa potencia, en especial los demócratas, seguían haciendo concesiones de todo tipo a terceros países en nombre de la libertad de comercio y sus grandes beneficios. El rico mercado de la Unión abierto a todos los países, se convirtió en el consumidor número uno de todo el extranjero. Por lo que con el tiempo la industria de Estados Unidos entró en crisis. Esa potencia se salva por cuenta de la revolución digital, que le da un nuevo auge a su economía.
Por entonces China, que entra en una era capitalista de desarrollo, siendo uno de los mejores clientes de los Estados Unidos, con el tiempo obtiene grandes avances económicos y tecnológicos que le permiten acumular las mayores reservas en dólares del mundo. Así como al abandonar la carrera armamentista y dejar de hacer la guerra en Asia, aumentan sus dividendos para invertirte en desarrollo. Fuera de eso, la mano de obra barata atrae e las grandes compañías de EE.UU. y de otras naciones capitalistas. Situación que aprovecha China, con enormes ventajas, hasta que se prenden las alarmas en los Estados Unidos, donde el capitalismo duro representado por Trump, resuelve que de seguir haciendo concesiones de libre comercio a cambio de nada van a la ruina. Es cuando Trump propone estimular el retorno de capitales de las propias firmas de Estados Unidos en el exterior, en tanto aporten al desarrollo y al empleo en suelo norteamericano.
Los grandes centros de pensamiento de Estados Unidos, como Harvard y otras distinguidas universidades, que cuentan con varios premios Nobel y sabios, suelen contratar con los diversos gobiernos para promover los avances en casi todos los campos. En esos centros vienen reflexionando sobre el futuro de los Estados Unidos y están entendiendo que lo que hace el presidente Trump es defender los intereses de todos. La guerra comercial que se libra hoy en el mundo se hizo casi que inevitable cuanto comenzó la guerra en el espacio por el predominio del conocimiento y las comunicaciones globales. Numerosas empresas volvieron a los Estados Unidos y ahora producen y generan trabajo, gracias a los estímulos económicos de Trump,
Lo que es exactamente lo contrario de lo que hacen pequeños países como Colombia, donde llueven los impuestos sobre el productor y campea la inseguridad jurídica.
Frente a desempleo que pronosticaban en los Estados Unidos los economistas teóricos, las noticias trasmiten todo lo contrario. El año pasado el nuevo empleo en mayo era de 72.000, en este año a la misma fecha contra todos los pronósticos es de 224.000 nuevos desempeños productivos. Se observa un crecimiento en la tasa de paro, más es por cuenta del crecimiento de la población activa laboral. Así que el presidente Trump ha tenido un gran éxito en su política económica, que se siente en la campaña. Lo que suscitó ese inmenso entusiasmo con motivo del día nacional de su país, en el cual convoca a la unidad a su pueblo, promete ganar la guerra comercial y conquistar tanto las estrellas como el planeta Marte.