Según el sector político con el que se trate el tema de los resultados de las elecciones chilenas del domingo pasado, que le dieron el triunfo a German Boric, la palabra devenir -en sus diversos significados, moderados o extremos- se aplica a la situación de cambio político radical que vive el país austral. Sea en cuanto lo que viene o al derivar en paranoia. De un modelo democrático tradicional y neoliberal, se salta a otro de corte social, populista o comunista. Esa interpretación por analogía comprende el panorama político de Hispanoamérica, puesto que en varios países de la región se da la confrontación extrema entre la libertad y la revolución. En el escrito dominical sobre las elecciones con fundamento en las encuestas y los resultados en la primera vuelta que favorecieron a Kast, quien partía de una situación adversa en extremo por cuenta de la derrota de la derecha en la elección por la constituyente, se daba la incertidumbre si le alcanzaría el aire para ganar la segunda vuelta, así que nos limitamos a la objetividad sin predecir resultados. Analizando las posibilidades de Katz y Boric, que estaban a distancia de tres puntos, es decir casi empatados en la primera, la tendencia general de los sondeos favorecía en la segunda vuelta al de izquierda. Lo que no se esperaba es que éste consiguiese sumar casi un millón de votos sobre su contrincante.
Las cosas se explican un tanto cuanto se recuerda que Boric, dirigió el proceso revolucionario de octubre, que causó tantos estragos, destrucción, incendios y desafíos a la fuerza pública, con quemas de autobuses del Metro y asaltos contra la policía, que llevaron al gobierno a negociar para evitar más muertos y destrucción. El precio de la negociación ha sido fatal para la democracia, una constituyente con amplia mayoría de izquierda o revolucionaria, Lo que Laclau, teórico de la revolución molecular, entiende como una situación política que le permite a la izquierda legislar a favor de la revolución y abrir la tronera para penetrar en la estructura del Estado y ponerlo a su servicio, lo que unos llaman cambio. Laclau, cuestiona el determinismo económico neoliberal y sus resultados, el privilegia la acción política y revolucionaria. Ese es el modelo con el que se mueve la izquierda chavista en la región, que entiende que la revolución o toma del poder, se hace con dinero, el voto masivo y de los marginados, incluso, cuando pueden con algo de fraude y la valiosa ayuda de los idiotas útiles, como de cuantos se colocan el gorro frigio y se muestran progresistas.
Así que German Boric, es nada menos que el dirigente y ganador de la revolución de octubre, como de las elecciones presidenciales. ¿De dónde salió el millón de votos de la segunda vuelta? De esos tugurios y barrios marginales, cuyos jóvenes y mujeres sufragaron por la revolución que él encarna a sus 35 años.
¿Qué hacer, frente a los desafíos de la revolución en Chile, pese a que Boris, se disfraza de moderado? Los demócratas y defensores chilenos de la libertad, ojalá comandados por Kast, que ha dado muestras de ser un dirigente capaz de remontar precipicios y enfrentar los agentes del caos, deben oponer resistencia desde ahora al gobierno revolucionario y defender la integridad de las fuerzas armadas, que suelen ser el último obstáculo para hacer la revolución.
Un estadista conservador
Roberto Gerlein, se destaca entre las más grandes figuras representativas de la política nacional, un estadista nacido en Barranquilla, abogado en la Universidad Javeriana, fue juez, ministro de Desarrollo del presidente Belisario Betancur, gobernador del Atlántico, legislador y decano del Congreso de la República, cuya oratoria, ironía, sarcasmo, capacidad dialéctica y reconocida erudición anonadaban a sus contradictores. Conocía a fondo el país en su territorio y en cuanto las posibilidades de desarrollo y los problemas sociales. Medio centenar de leyes fueron suyas. Era de los pocos colombianos que podía citar con propiedad a Santo Tomas y la Suma Teológica, dejando asombrados hasta a los sacerdotes más cultos. Se retira del Congreso, después de casi medio siglo legislando, lo hizo por motivos de salud y el vacío que dejó aún nadie lo llena. Entonces escribimos con afecto, “tenía algo de las veleidades del conde de Mirabeau, más nunca le faltó a Colombia y siempre quiso lo mejor para la patria y el conservatismo”.