Ha llamado vivamente la atención en Colombia que la prestigiosa revista inglesa The Economist se ocupe de nuestra campaña presidencial, la que comenzó de hecho cuando numerosos candidatos han decidido adelantarse, postular sus nombres y recolectar firmas para competir como candidatos independientes por la presidencia de la República. Entre otros, Germán Vargas Lleras, uno de los políticos más experimentados del país, al que por cuenta de la reelección, en cierta forma, le han embolatado dos veces la posibilidad de llegar por votos al poder. En el sistema de la Carta de 1986, muy seguramente hace rato el político bogotano habría sido presidente.
Según se supo la Unidad de Inteligencia de The Economist analizó, in situ, las elecciones presidenciales en Colombia y la nutrida lista de candidatos y precandidatos que compiten. Advierte que se encontró con una gran incertidumbre, por lo que considera que habrá una segunda vuelta y en ésta el eventual ganador será Germán Vargas Lleras. Esa publicación considera que la contienda se libraría en reñida competencia entre Germán Vargas Lleras y Sergio Fajardo.
Se supone que al darle semejante empujón a Fajardo, de inmediato éste saltaría en las encuestas. Por ahora, no ha sido así. Es verdad que el antioqueño tiene grandes posibilidades, más su candidatura no despega del todo, incluso en Antioquia, su tierra natral, lo superan en intención de votos los que sostienen que depositan el sufragio por el que les señale Álvaro Uribe. En un programa de televisión donde planteó el precandidato algunos cambios constitucionales se vio a gatas para responder a los mandobles de lógica jurídica de Vivianne Morales. Ella, entre otras cosas, sería otra eventual candidata independiente, puesto que en el partido liberal que se supone que es del libre examen intentaron ponerle una camisa de fuerza para poder competir por la candidatura presidencial de esa colectividad. Claro, aún está un tanto nebuloso cual será el comportamiento de los electores independientes con tanto candidato que pretende subirse al bus presidencial a última hora. Lo que si llama la atención es que Fajardo es un político moderado que se ha tenido un buen desempeño como funcionario público, pese a que por el momento le embargaron unos bienes por cuenta de un enredo con unas obras oficiales que demandaron.
No se sabe mucho de lo que piensa Fajardo de los grandes problemas nacionales, en tanto se muestra partidario de la paz negociada y mantiene una línea nebulosa de defensa en lo social.
Así como afirma que está con la lucha contra la corrupción y le dice a los jóvenes que gobernará con ellos. Como otros muchos independientes de oficio lleva largo tiempo en la política. No se sabe aún si Fajardo virará a la izquierda, precisamente para competir con Vargas Lleras, por cuanto si va en la primera vuelta con un programa centrista, quizá no le alcance el aire para la segunda vuelta. Asunto en el cual no entra al análisis The Economist. Al mismo tiempo si la derecha no se une antes, efectuadas las elecciones parlamentarias, corre el riego de que de pronto la izquierda de Petro le dispute la segunda vuelta con enormes posibilidades. Puesto que hasta ahora marca con poderosa intención de voto en todas las encuestas.
En cuanto a méritos para llegar al poder en tiempos de crisis y de grandes desafíos, es Vargas Lleras uno de los más experimentados políticos con que cuenta Colombia. Ninguno le compite en cuantas obras públicas realizadas, bajo escrupulosa licitación. Las gentes del pueblo que aspiran a tener vivienda esperan que repotencie los planes de construcción de unidades familiares en su gobierno. Falta por verse que pasa con la talentosa Marta Lucia Ramírez, quien tiene en el conservatismo gran aceptación y votos. Lo mismo es clave que se defina la suerte de Alejandro Ordóñez, quien maneja una franja de electores comprometidos que pueden dar una sorpresa.
En un debate entre Germán Vargas y Fajardo, es de recordar que el primero tiene condiciones excepcionales de orador y se le considera un ajedrecista de la política, con capacidad de moverse en la teoría y de aterrizar a la praxis y la manzanilla cuando le conviene. Pese a las afirmaciones de The Economist, la ecuación electoral colombiana no se define mientras Álvaro Uribe, el gran elector, no da señal a sus huestes sobre sus preferencias. Contrario a lo que dicen los comentaristas, me parece que tiene muy buenos candidatos, que en el momento de la alargada pueden mostrar su garra. Es prematuro para hacer predicciones, pero de momento no es ningún descubrimiento lo que plantea The Economist, puesto que es lo mismo que dicen las encuestas desde hace rato sobre Germán Vargas Lleras.