DIANA SOFÍA GIRALDO | El Nuevo Siglo
Jueves, 11 de Agosto de 2011

Aplastamiento mediático


“Precisamente cuando los ojos del mundo nos miraban”


HERNÁN  Darío Gómez le añadió a su agresión todos los agravantes imaginables. Como él mismo le dijo a Maturana, “me emborraché y la embarré”.


Estaba en el lugar equivocado, con la persona equivocada, a la hora equivocada, en plan equivocado, consumiendo lo que no debía, en el entorno equivocado, con el comportamiento equivocado, precisamente cuando los ojos de todo el mundo nos miraban y en medio del evento más importante del fútbol después del campeonato de Selecciones de Mayores que organiza la FIFA.


Para colmo de males, la golpeada fue una mujer, en el que será sin duda el siglo de la mujer, y cuando las noticias frecuentes sobre maltrato despertaron a todos los pueblos del planeta de la indolencia que predominó por mucho tiempo.


Es un hecho condenable que resulta aún peor por la notoriedad del protagonista.
Hernán Darío Gómez se apresuró a presentar disculpas públicas, manifestar su arrepentimiento y dejar en claro que asumía las consecuencias. Entre ellas, la renuncia de su cargo de Director Técnico de la Selección de Mayores. Pero ni las disculpas, ni el arrepentimiento, ni el retiro del cargo calmaron la reacción popular que se desató cuando los golpes a la acompañante fueron de conocimiento público.


El relato del indigente que apareció como principal testigo de lo sucedido reveló los detalles del caso y levantó oleadas de indignación contra ‘Bolillo’, por lo que representaba su agresión en particular y también como muestra de una violencia de género unánimemente rechazada.


Pero una cosa es la crítica justificada y otra la crucifixión del culpable, encabezada por una avalancha mediática de proporciones que rara vez se habían visto. No hubo epíteto que no se usara ni crítica que no llegara a los máximos extremos, en medio de un ambiente que se caldeaba más cada minuto. Nada la detuvo. Fue una lapidación inmisericorde.


De la misma manera que es saludable afrontar el problema creado por la violencia de género y despertar una conciencia sobre el respeto por la dignidad e integridad física y moral de los demás, es bueno analizar si le conviene a una sociedad con la agresividad a flor de piel, cambiar la dura pero serena aplicación de la justicia por estas reacciones instantáneas y sin medida, que suenan durante unos pocos días como una feroz tempestad y enseguida se olvidan de lo sustancial para caer, de nuevo, en el conformismo.


Una pregunta adicional: ¿hay posibilidad de expiar la culpa, reparar el daño individual y social y rehabilitarse? ¿Cómo hacerlo después del aplastamiento mediático? La respuesta le interesa no solamente al ‘Bolillo’ Gómez sino a todos los que cometen errores o incurren en delitos. ¿O existen culpas que la sanción mediática vuelve irreparables?