En estos tiempos de crisis mundial y por cuenta de la guerra entre Rusia y Ucrania, vuelve y juega la enorme importancia del Pacifico, donde los países asiáticos juegan un papel fundamental, lo mismo que desde el otro extremo, Estados Unidos. El mercado inmenso de los países asiático y su crecimiento industrial constituyen un gran desafío para Occidente. En nuestra región cuatro países tienen costas en el Pacifico: Colombia, Panamá, Perú y Ecuador. Bolívar, en su convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá, sostenía que esa parte, entonces, de Colombia, en realidad, era el centro del globo y por lo mismo invitaba a nuestros países a formar una Gran Confederación en Panamá.
La Alianza del Pacifico que promovió Alan García, desde Lima, viene jugando un papel fundamental en nuestros negocios, por ser el organismo puente entre Oriente y Occidente, llamado a brindar grandes ventajas a sus socios y otras naciones en los negocios con Oriente y Occidente, en la medida que ejerza en esa materia una política realista, conciliadora y que aproveche para incrementar los negocios con las potencias y terceros países. Los avances y ventajas para nosotros al promover esa alianza para el desarrollo regional son notables. Varias naciones del globo se han sumado como observadores al proyecto, en especial por cuanto en el mismo se favorece el comercio, la industria y el trabajo, sin entrar en politiquería de campanario.
Se supone que nuestros países con su tradición democrática pueden progresar con independencia de los gobernantes que lleguen al poder por la vía electoral. Por lo mismo, sorprende que el presidente de México, López Obrador, y el de Colombia, Gustavo Petro, se inmiscuyan en los asuntos internos del Perú, en ocasión de la estrepitosa caída del presidente Castillo, quien fue detenido por su propia guardia después de intentar un golpe palaciego, para evadir la justicia que le pisaba los talones por diversos negociados en los que resultó implicado. Además, al intentar una suerte de autogolpe, perdió el apoyo del Congreso, mientras la Fiscalía, dictaba medidas en su contra y varios colaboradores. Así que, siguiendo los procedimientos establecidos por la democracia, el Congreso lo destituye, es detenido con todas las garantías legales, en tanto la vicepresidenta del país Dina Boluarte, asume la presidencia con valor, prudencia y éxito.
Todo esto ocurre dentro de la legalidad y lo normatividad constitucional, por lo tanto, la postura de López Obrador y de Gustavo Petro, de lanzar duras críticas contra la presidente hoy en ejercicio, resultan anacrónicas e imprudentes, así sean entendibles desde lo ideológico. No se compadece con la razón de ser democrática de México, ni de Colombia. Cuando la política se desarrolla dentro de los esquemas constitucionales y legales, no cabe la injerencia foránea por motivaciones de simpatías ideológicas.
Por supuesto, las marchas indígenas azuzados por agitadores locales e internacionales que se volcaron desde las sierras y regiones más apartadas, en algunos casos a favor de Castillo, en otros para utilizar su caída para desestabilizar la democracia, como intentar sacar ventajas de la crisis, desafiar la autoridad militar y policial, como asaltar negocios y amenazar la sociedad, dejaron varios muertos. No consiguieron el apoyo de las masas de las ciudades, puesto que éstas respaldaron el orden democrático. Lo que demuestra que las instituciones en el Perú, salieron fortalecidas de la sangrienta prueba.
Al restablecerse la democracia, es del caso renovar los lazos de amistad y buenas relaciones con Lima, que por el momento atraviesa por cierta tirantez con la llamada a consulta de los respectivos embajadores, como por el rechazo del Congreso del Perú a la injerencia de los gobernantes de México y Colombia en sus asuntos internos.
Precisamente Gustavo Petro anuncio, desde tiempos de campaña, su interés y compromiso con la región del Pacifico. Entre las premisas de la Alianza del Pacífico se establece que “la vigencia del Estado de Derecho y de los respectivos órdenes constitucionales, la separación de los Poderes del Estado, y la promoción, protección, respeto y garantía de los derechos humanos y las libertades fundamentales” Lo que se cumple en el Perú y significa que se deben normalizar cuanto antes las relaciones, lo mismo que reconocer que la presidencia de la Alianza del Pacifico corresponde hoy a Lima.