El diario ABC de Madrid informa: “La estatua del caudillo, la última que quedaba en pie en nuestro país, ha sido retirada este martes. La Asamblea de la Ciudad Autónoma de Melilla ha aprobado la retirada de la estatua de Francisco Franco Bahamonde que está situada a la entrada del puerto por 14 votos a favor -ocho de CPM, cuatro de PSOE, uno de Cs y uno del expresidente de Vox y actual diputado no adscrito Jesús Delgado Aboy), la abstención de los diez diputados del PP y el voto en contra del único parlamentario de Vox.”
Por la escueta información del prestigioso diario de Madrid deducimos que la trama se resolvió de manera democrática, por mayoría de una Asamblea. La dictadura de las mayorías. En España vienen derribando monumentos referentes al gobernante español y de algunos de los héroes del bando que ganó la guerra civil.
Entonces; ¿el voto de los más legitima el actuar como los Talibanes? La noticia bochornosa de la destrucción por cuenta de los bárbaros modernos de la famosa estatua de Buda de 55 metros de altura y lugar de peregrinación de sus adeptos, sorprendió al mundo en el 2001. También, derribaron otros templos de incalculable valor histórico. ¿Debemos considerar menos bárbaros a los socialistas españoles por cuanto ejecutan un acto similar, en este caso contra un joven general que se destaca en heroica victoria en esa región, respaldados en la votación de una junta popular?
Recientemente, en los Estados Unidos, una poblada derribó la estatua levantada en honor de Cristóbal Colón, el gran Almirante que efectuó la hazaña de unir el globo al darse cuenta que, en vez de llegar al Asia en busca de la ruta secreta, se había topado con el Nuevo Mundo. Resulta que un acucioso periodista indaga entre algunos de los que protestaban y derribaron la estatua de Colón, si sabían quién era, la sorpresa; la mayoría no tenían ni idea. Los manifestantes del común habían actuado por sugestión de unos agitadores. ¿Quizás, si supiesen de la contribución de Colón a la unidad del mundo, se hubiesen abstenido? Es posible que les importara poco…En el caso de los talibanes estos pertenecen a una secta del siglo XX, cuyos miembros descienden de milenarios guerreros, que se funda para combatir a las tropas rusas, se mueven de manera violenta y portan armamento moderno. Se sabe que los talibanes obligaron a un nativo de la región a colocar explosivos para hacer volar a Buda en miles de pedazos.
En España, los socialistas derriban de manera oficial los monumentos. Los cuales, por otra parte, los sustituye por dirigentes republicanos menores de tiempos de la guerra civil, que como en toda guerra fueron tan sanguinarios como su contraparte y a veces mucho más. Lo uno y lo contrario, no cambia la historia. Franco es producto de la evolución histórica del país, derribar sus estatuas o el monumento a los Caídos no modifica el pasado. Mientras a Iglesias no le dé por “eliminar” a los jefes de la oposición.
La lotería de Babilonia
Jorge Luis Borges vislumbra la oscura índole de la apocalíptica pandemia que padecemos, en la lotería negativa de Babilonia, donde se conjuran la matemática y el azar: el que gana pierde.
Al respecto escribe: “Imaginemos un primer sorteo, que dicta la muerte de un hombre. Para su cumplimiento se procede a otro sorteo, que propone (digamos) nueve ejecutores posibles. De esos ejecutores, cuatro pueden iniciar un tercer sorteo que dirá el nombre del verdugo, dos pueden reemplazar la orden adversa por una orden feliz (el encuentro de un tesoro, digamos), otro exacerbará la muerte (es decir la hará infame o la enriquecerá de torturas), otros pueden negarse a cumplirla...Tal es el esquema simbólico. En la realidad el número de sorteos es infinito. Ninguna decisión es final, todas se ramifican en otras. Los ignorantes suponen que infinitos sorteos requieren un tiempo infinito; en realidad basta que el tiempo sea infinitamente subdivisible, como lo enseña la famosa parábola del Certamen con la Tortuga”.