Al dar inicio a estos artículos en torno a la inocencia del expresidente Ávaro Uribe, por conocerlo en cuanto a su respeto por la democracia y el sistema constitucional vigente, hice referencia a la naturaleza del juicio político de que ha sido objeto por la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia, así como mencioné el famoso caso de Silvio Berlusconi, el político italiano que derrotó electoralmente a la izquierda y los demás partidos de ese país, para llevar a su partido neo fascista al poder.
Como Berlusconi resultaba electoralmente invencible, los intelectuales socialistas atrincherados en la Universidad de Bolonia, resolvieron copar los estrados judiciales y desde allí dar la batalla para incriminar al político italiano. Así que Berlusconi termina por ser defenestrado mediante las argucias jurídicas de la izquierda en discutibles casos en los que los jueces buscan liquidarlo. A Silvio Berlusconi, finalmente, lo incriminan y consigue su retiro de la política. También, se ve en líos por su costumbre de organizar francachelas con tentadoras y bonitas jovencitas. Una costumbre que en Roma existe desde su fundación, donde algunas muchachas resultan menores de edad, así aparentaran más años.
Berlusconi y Uribe tienen aspectos en común, como la formidable capacidad de ganar adeptos y adaptarse a las cambiantes circunstancias políticas y oscilaciones de la opinión pública. Poco tiene el italiano de Benito Mussolini, fuera de su desbordada admiración por las mujeres. Berlusconi es un hombre de negocios y como ocurre generalmente, se ve envuelto en líos por favorecerlos, así fuese de manera indirecta. Por el contrario, Uribe, es un hombre austero, un paisa trabajador, caballista y ganadero, que cuando tiene un descaso de la política se dedica a trabajar en su finca. Uribe no bebe, no fuma. Su pasión es la política. Se ha recorrido el país de extremo a extremo, una y otra vez. Siempre bajo la obsesión de derrotar la subversión. La izquierda en Italia se obsesiona con destruir a Berlusconi, lo mismo se da en Colombia con Uribe.
Berlusconi sigue siendo un político activo a sus ochenta y tantos años. Uribe es, también, de una gran vitalidad. Por coincidencia, los dos han sufrido el Covid-19. El colombiano y sus hijos sufrieron en carne propia el virus, ya todos están bien. En el caso de Berlusconi, según cuenta la prensa de Italia, pasó once días en donde los sufrimientos lo tuvieron al borde de la muerte. Sin perder en ningún momento el optimismo y poder gracias a Dios de sobrevivir, junto con su familia.
En cuanto a la defensa de Álvaro Uribe, el famoso abogado Jaime Granados, al decidir que no recurría a la Corte por la libertad de Álvaro Uribe, reconoce que se trata de un caso puramente político, con un tribunal que no le ofrece garantías.
Berlusconi gobernó un país en paz y con uno de los sistemas parlamentarios más complejos del planeta y que funciona. Uribe debe enfrentar desde el poder un movimiento guerrillero y terrorista de proporciones gigantescas. Lo que hace desde cuando era gobernador de Antioquia, cuando combate el ataque sistemático de las Farc por tomarse el Urabá, que por tener puerto y ser una zona estratégica vital les habría facilitado, seguramente, asaltar media Colombia.
En el caso de Berlusconi, las fiestas y la imprudencia de un subalterno, lo llevaron la abrupta salida del poder. Por el contrario, sus enemigos han investigado a fondo los dos mandatos de gobierno de Uribe, sin poder incriminarlo. Su caso es novedoso y muestra la parcialidad por cuanto se valen de la denuncia que el exgobernante hace contra un tercero, para mediante el efecto bumerang volver el caso contra el denunciante. Tanto Berlusconi, como Uribe, pertenecen a la historia viva de sus países.