Por estos días de intensa jornada electoral en Colombia y de sacudida monumental en el Parlamento de España, nos viene a la mente las similitudes y contrastes entre las dos naciones. Si bien los tiempos históricos del estadio de evolución son diversos, por aquello de las raíces comunes, algo queda del temperamento hispánico y conservador entre nosotros, lo mismo que ha sido grande el influjo constitucional español en la Carta de 1991. Tanto España como Colombia tienden a ser temperamentalmente conservadoras. Lo que no significa que por épocas las fuerzas radicales y de izquierda no emerjan aquí y allí con fuerza, incluso revolucionaria. Colombia es más homogénea, por cuanto todos hablamos castellano, fuera de algunos reductos ancestrales. En declaraciones a EL NUEVO SIGLO, Hernando Gómez Buendía, recuerda que “Colombia es un país de derecha y la derecha es mayoritaria”.
La opinión pública fue vivamente motivada para el plebiscito por la paz, en el cual las encuestas -saturadas por la propaganda oficial en su mayoría- sostuvieron que ganaba el Sí. En esa ocasión, casi que de manera instintiva, se crea una comunidad de coincidencias y apetencias políticas, que aprovechó con suma habilidad Álvaro Uribe para armar una formidable coalición. En unos cuantos artículos sobre la primera vuelta en Colombia, aventuramos la hipótesis de una eventual posibilidad de una segunda vuelta en la que estuviesen dos candidatos de derecha e insistimos en la vieja tesis de que en lo fundamental “No hay enemigos a la derecha”, lo que no significa que de pronto no se den grandes divergencias. Se podía presumir tal posibilidad por los resultados de las elecciones al Congreso, en los cuales la derecha mostró en sus distintos matices su formidable poder electoral. En esas mismas elecciones Cambio Radical alcanzó un notable crecimiento, que de impulsar las aspiraciones de Germán Vargas Lleras, lo pintaban como un gran favorito.
El efecto que de las consultas en las mismas elecciones parlamentarias sobre Iván Duque y Gustavo Petro, por efecto del impulso poderoso que le da Álvaro Uribe al primero, rompe con las leyes de la física y lo pone en órbita. Mientras, Petro se eleva por encima del resto de candidatos. Entonces, las encuestas, la opinión, los análisis políticos se centran en los dos candidatos, que como en las carreras de ciclismo se separan de pelotón para ser seguidos por los medios de comunicación y el público; ni los debates, ni las movilizaciones de campaña tuvieron, ni los medios tuvieron el mismo influjo de otros tiempos. Se confunden la consulta con la primera vuelta, lo que vendría sería la confirmación de uno y otro de las estrellas de la consulta. En el campo de Vargas Lleras se intentó romper el tabú mediante movilizaciones y un esfuerzo persuasivo del candidato, con fundamento en su experiencia política. Fajardo se mantuvo todo el tiempo en una campaña neutra, como de profesor de cívica, que hacía un llamado al público por la sensatez y la supuesta anti política, no parecía que sus gaseosas propuestas tuviesen acogida, más al final de la campaña por su trabajo proselitista en Bogotá y en otras zonas, consiguió ganar en la capital del país.
El conservatismo se demoró en definirse, cuanto ya la militancia estaba por su cuenta en otros bandos. Si bien la coalición reconoció el aporte de los que estaban por el No y se sumaron de primeros a la campaña de Iván Duque. Los diversos resultados electorales siguen bajo el parámetro de la consulta, sin sorpresas y con los mismos contendores principales: Duque y Petro. Por instinto la derecha apoya a Duque, lo que significa que va ganar la segunda vuelta. La izquierda se reorganiza e intenta aglutinar otros sectores en afanosa búsqueda de votos para su candidato, sin que el tiempo ni el discurso les alcance para remontar la cuesta.
España también es de derecha, lo que no significa que los que allí denominan la anti-España no tengan capacidad de aprovechar el momento político, al punto de provocar una alianza parlamentaria casi imposible, con sectores vergonzantes de derecha como Ciudadanos, lo mismo que con separatistas y nacionalistas, en fin con las fuerzas disolventes, para dar al traste con el gobierno de Mariano Rajoy, quién ha sido uno de los mejores gobernantes de España ya que la sacó de una crisis monumental. Se avizora una terrible tormenta sobre España, que pasa del conservatismo moderado, al aventurerismo político desbocado de Pedro Sánchez, quien desdeña a Cristo y la Biblia, lo mismo que mantiene liga con sectores antimonárquicos a ultranza. Por lo mismo, la derecha colombiana no puede bajar la guardia. La velocidad de la historia y los cambios súbitos se aceleran peligrosamente.