El Carnaval de Barranquilla es la fiesta popular más famosa de Colombia, tan solo comparable con el fastuoso Carnaval de Rio de Janeiro. El influjo que tuvo la extraordinaria artista Sonia Osorio en el evento dejó su sello grabado en el imaginario colectivo y el estilo y variedad de los desfiles, en los cuales participan todas las clases sociales unidas por el festejo, en la conciencia que la diversión y el baile son buenos para el espíritu y el cuerpo.
El baile de Carnaval es una cita que se hacen gentes de todas las edades y en particular los jóvenes, mas también participan personas de distintas regiones de Colombia, como turistas de todo el mundo. En particular, los mayores que sufren por la obesidad o enfermedades cardiacas, se pueden curar bailando. Está comprobado de manera científica que el son de los tambores y el acordeón en Barranquilla, hace bailar hasta a los paralíticos, como lo demostraba en una esquina a un par de cuadras del Hotel del Prado, un hombre en silla de ruedas que bailaba con los ojos y seguía el ritmo musical con la cabeza, contagiado de la alegría general.
Por lo general se dice que en los puertos los marineros y viajeros, cuando estaban errabundos a la espera de un barco para viajar al interior del país por el río Magdalena, solían pasar unos cuantos días en la zona, por lo que algunos grupos musicales y muchachas los alegraban con su música y danzas. Esas y otras coincidencias, como la antigua costumbre española de las fiestas populares se quedaron para siempre en algunas poblaciones de la Costa, donde las gentes trabajan jornadas de espanto en los campos y talleres, en tanto en algunos días puntuales como el Carnaval se divierten. No es de olvidar que el Libertador Simón Bolívar, después de la Batalla de Boyacá, cuando llega a Bogotá y es recibido por la población con alegría contagiosa, al poco tiempo ordena que se realice un Carnaval en Bogotá, por cuanto la sana diversión une a la población y estimula la solidaridad espiritual de los pueblos. Y el Carnaval se hizo en la fría capital, donde unos bebían brandy y otros chicha, amenizado por triples y concursos de poesía, música y baile, dado que era un bailarín dedicado y entusiasta, de corazón fuerte quizás por lo mismo.
El Carnaval de Barranquilla y su jolgorio consigue la atención de todo el país, no sin cierto asombro en algunos casos, por cuanto los observadores se sorprenden que se pueda beber y bailar tanto sin caer en la violencia. Precisamente ese es uno de los fenómenos más interesantes, que esa fiesta es un lugar propicio para dejar las amarguras y las malas influencias, como las vanidades, para renovar el espíritu y, en ocasiones, encontrarla otra mitad, como se cuenta en numerosas canciones entre chiste y chiste. Las mujeres de Barranquilla tienen un encanto y personalidad especial, todas hablan con un cierto dejo andaluz el castellano que cautiva al interlocutor.
En cuanto a capacidad ejecutiva y creativa, la actual directora del Carnaval, Carla Celia, es lo que en Buenos Aires se considera un tiro al aire, una señora que capta las ideas al vuelo, hasta las más sutiles y las hace realidad. Carla, como en su tiempo Sonia, le dan todo al son del Carnaval de Barranquilla, pues lo sienten como la gran vitrina de Colombia para mostrar y acallar la sinrazón colectiva con el son, son…
Los políticos de Barranquilla hablan de frente, siendo el alcalde Jaime Pumarejo un adicto al Carnaval. Allí, los hombres suelen ser definidos y, también, en algunos casos con personalidades marcadas, que hablan con franqueza, tienen chispa y humor, y defienden sus opiniones con ardor. No es de sorprender. Barranquilla es una de las ciudades más prosperas de Colombia, que se fundó para comerciar y hacer negocios. Allí es donde se está aprovechando mejor la apertura económica y la fiebre por el desarrollo, sin dejar por eso la autenticidad de su folclor. Es así como Shakira es una flor de Barraquilla, como representante genuina del son, lo mismo que su encantadora paisana Sofía Vergara. Dos hermosos ramilletes del edén sofisticado de las mujeres inteligentes y seductoras de la ciudad, que, sencillamente, cautivan los públicos. Dejo en el tintero unas cuantas reinas de belleza. El que quiera ver mujeres finas, guapas y simpáticas, que vaya al Carnaval de Barranquilla, decía un anuncio turístico, con toda la razón.