Desquiciamiento de la cultura urbana
Cuando se trata de destruir y no crear
Cada día que pasa, los monumentos, en Bogotá, pierden la razón de su vigencia. Por el contrario, llenos de mamarrachos que ni siquiera pueden tildarse de grafitis, aparecen alicaídos, desamparados, como si antes de una exaltación fueran motivo de una vergüenza. Y eso son, tal como están: ¡una vergüenza!
Cuando se trata de destruir y no crear
Cada día que pasa, los monumentos, en Bogotá, pierden la razón de su vigencia. Por el contrario, llenos de mamarrachos que ni siquiera pueden tildarse de grafitis, aparecen alicaídos, desamparados, como si antes de una exaltación fueran motivo de una vergüenza. Y eso son, tal como están: ¡una vergüenza!