Columnistas | El Nuevo Siglo

 

¿Solamente un episodio más? 

 

 

Ante el infame asesinato de los miembros de la Fuerza Pública el pasado fin de semana, la actuación de las Farc merece una vez más el repudio del pueblo colombiano y de la comunidad internacional, pero ¿por cuánto tiempo? ¿Con qué consecuencias? ¿Con qué cambios en la acción frente a los criminales?

 

Contra las Farc

 

Reconforta la jornada de ayer, en todas las ciudades colombianas y en muchas del exterior, cuando miles de personas salieron a las calles para protestar contra la violencia y para exigir a la guerrilla de las Farc que libere a todos los secuestrados, porque definitivamente -hay que decirlo con franqueza- nos cansamos de todo cuanto proviene de ese grupo subversivo.

Un crimen de guerra

Cuatro militares y policías inermes, que estaban en cautiverio de las Farc hace más de diez años, fueron asesinados de manera aleve y cobarde cuando se presentó una operación de combate con el Ejército.

Un crimen de guerra

Cuatro militares y policías inermes, que estaban en cautiverio de las Farc hace más de diez años, fueron asesinados de manera aleve y cobarde cuando se presentó una operación de combate con el Ejército.

El mínimo

La  comisión tripartita que discute el incremento del salario mínimo para 2012 debería preguntarles a los patronos cuál es el sueldo que ellos están en capacidad de pagarles a sus trabajadores sin necesidad de sacar gente a la calle.

Es más, deberían indagarles cuál es el reajuste que permitiría ampliar la planta de personal en el sector privado para que la tasa de desocupación siga bajando.

La pena de muerte

En  esta tierra colombiana, donde se lucha porque el respeto a la vida impere sobre quienes han hecho de la muerte ajena casi un deseo expreso o tácito, se acaba de celebrar, al igual que en otras 1.500 ciudades, un día dedicado a buscar -a través de todas las fuerzas de opinión- que se llegue en el mundo a la abolición de la pena de muerte.

Enmarcados

Guiados  por una especie de instinto necrófilo, algunos sectores se desgarran pidiendo diálogo y solución negociada del conflicto cada vez que las Farc ejecutan una matanza.

Honran con ello al criminal que, lejos de percibir como reprochable su conducta, se solaza al constatar que el terrorismo reporta réditos políticos al perpetrador, y que a mayor sevicia más fuerte es el llamado a “negociaciones de paz”.