¡Dios perdona, la naturaleza no!
Crece la emergencia en el país y las gentes del común se desesperan, se indignan, se deprimen. Eso es lógico y más que justo.
Sin duda hay que aceptar que la naturaleza por lo común es incontrolable. Sólo ilusos y soñadores han dado paso a la retórica de que es fácil luchar contra ella. Para ganarle a la naturaleza se requiere de inteligencia, honradez y capacidad de entenderla en un diálogo franco.